ENERGÍA

Medidas para alumbrar un futuro sostenible

Los fabricantes de tecnología para la red eléctrica trasladan al gobierno una serie de propuestas para promover la inversión en el tejido eléctrico como forma de relanzar la economía tras la crisis sanitaria. Estas medidas sientan las bases para una transición hacia un mayor uso de las energías renovables.

José Muros | 15/05/2020 10:17

En el calendario del futuro, el año 2050 está marcado como meta en la carrera de España hacia la descarbonización. Una meta señalada entre las hojas del anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética, cuya tramitación ha quedado aplazada “sine die” a la espera de que, tras la crisis sanitaria, las aguas vuelvan a su cauce.

Entre sus medidas más inmediatas se encuentra la obligatoriedad de que los municipios de más de 50.000 habitantes, así como los territorios insulares, establezcan zonas de bajas emisiones antes de 2023, una fecha que ya se encuentra a la vuelta de la esquina. Pero el coronavirus ha obligado al Gobierno de España a orientar sus políticas hacia la resolución de la emergencia sanitaria retrasando, que no suspendiendo, la aprobación definitiva de un texto que, para muchos, también se hace urgente.

“Las señales que nos llegan desde la Comisión Europea y desde nuestro Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, indican que los planes para la descarbonización del sistema energético van a seguir su curso según lo planificado. Por un lado, Bruselas ha anunciado ya que los principios del ‘Pacto Verde’ (‘Green Deal’) siguen vigentes y, por otro lado, nuestro gobierno ha enviado a la Comisión, en pleno estado de confinamiento, una nueva versión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, y ha presentado su anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética”. Quien nos aporta luz, y nunca mejor dicho, sobre el estado actual de estas medidas es Guillermo Amann, presidente de la Asamblea General de AFBEL (Asociación Española de Fabricantes de Bienes de Equipos Eléctricos de Alta y Media Tensión).

El colectivo al que representa ha incluido la tramitación inmediata del proyecto de ley entre las 18 propuestas que ha hecho llegar al Gobierno con el objetivo de incentivar la inversión en el tejido eléctrico nacional y hacerlo de una manera que, en línea con lo recogido en el texto legislativo, sea, cuanto menos, sostenible.

En 2019, las centrales térmicas veían reducida su producción hasta en un 68% en nuestro país, y en el mes de diciembre España marcaba un hito al lograr que, durante 24 horas, la generación de electricidad en la península no hiciera uso del carbón, algo que se repetiría durante cuatro jornadas más antes de la entrada del nuevo año. La intención ahora es que, lo que en 2019 comenzó siendo una serie de casos excepcionales, se acabe convirtiendo en la norma en las próximas décadas. Y para ello, aseguran los expertos, es necesario empezar a diseñar el escenario sobre el que se moverán los actores del futuro.

“La red de distribución eléctrica debe incrementar su grado de inteligencia”, defiende Amann, “un sistema eléctrico basado en fuentes renovables, que son intrínsecamente intermitentes e imposibles de controlar en cuanto a su intensidad, simultaneidad y disponibilidad, debe balancearse con sistemas de almacenamiento. Sin olvidar que los nuevos usos de la electricidad, tal y como son el vehículo eléctrico o la climatización inteligente, son más exigentes que los consumos convencionales, comportan un mayor nivel de exigencia a la red, exigen señales de precio instantáneas e incluso desafían el concepto del flujo unidireccional de la electricidad. Todo ello es solo posible con una red automatizada y digitalizada”.

Esta digitalización de las redes de distribución permite su gestión en tiempo real, conocer cómo funciona cada uno de sus nodos, y aumentar la eficacia y eficiencia de las diferentes líneas. Factores que, junto con otros muchos derivados de la automatización, dan lugar a un sistema que gana en seguridad y genera menos pérdidas, tanto económicas como de recursos.  

Señala el presidente de AFBEL que “esta transformación no hará variar sustancialmente el aspecto de nuestras ciudades. En una sociedad moderna, la infraestructura eléctrica no se ve. Pero algo sí que va a cambiar en el paisaje urbano: el transporte, tanto individual como colectivo, va a ser eléctrico. Eso va a posibilitar el cambio en los modelos de transporte y va a exigir de infraestructuras de recarga en superficie. Aparte de eso, el ciudadano no notará grandes cambios”.

Pero, posiblemente, el planeta sí lo hará.



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